jueves, 27 de marzo de 2008

LAMENTABLE

Nadie recordaría al buen samaritano, si además de buenas intenciones no hubiera tenido dinero.

Margaret Thatcher

jueves, 13 de marzo de 2008

CHESS


Madre mía, tengo esto más abandonado que ya casi ni me acuerdo que está ahí.


Por lo demás, últimamente me ha dado por el ajedrez, un juego bastante friqui, que sin embargo estoy convirtiendo en una costumbre diaria al jugar con mi padre una partida después de cenar. Es increible cómo este juego aparentemente simple puede llegar a ser tan complejo, entre dos personas iguales, cada partida nunca es igual, la suerte no es un factor y no siempre son los fallos los que conllevan a una derrota o victoria, en muchas ocasiones es la estrategia del oponente la que hace imposible defenderse y un pasaje aparentemente intrascendente puede ser el desencadenante del fin de la partida.


De pocas partidas he aprendido tanto como de la mayoría de mis derrotas.

El buen jugador siempre tiene suerte.

GM J. R.Capablanca, Campeón del mundo


El Ajedrez es una forma de producción intelectual que tiene su encanto peculiar. La producción intelectual es una de las grandes satisfacciones -sino la mayor- al alcance del hombre. No todos pueden componer una pieza musical inspirada o construir un puente; sin embargo, en Ajedrez todo el mundo es intelectualmente productivo y por consiguiente, cada persona que lo practica puede experimental una satisfacción.

Dr. Siegbert Tarrasch


jueves, 21 de febrero de 2008

QUE GRANDE ESTE OSCAR

"El trabajo es el refugio de los que no tienen nada que hacer." Oscar Wilde

viernes, 15 de febrero de 2008

SUGUS DE PIÑA


Las cosas que no cambian, sigue habiendo una probabilidad del 99% de que los últimos sugus que quedan en una bolsa sean los de piña.

domingo, 10 de febrero de 2008

BANCOS

"El sector bancario tiene el talento para privatizar los beneficios y socializar las pérdidas" Martin Wolf, The financial times.
.
Todos los banqueros irán al infierno.

miércoles, 6 de febrero de 2008

AMANECER

Estaba hermosa, con esa belleza inexplicable de quien no se siente observada ni trata de estar guapa para nadie. De quien realmente está absorto en sus pensamientos y no en una pose de seudo-pensador.
Estaba sentada en la hierba, con las piernas recogidas entre sus brazos. Llevaba unos vaqueros no muy ceñidos y un jersey verde claro, con una bufanda a la que parecía acariciar en pequeños movimientos con la barbilla, como quien trata de protegerse algo más de la fría brisa del amanecer. Llevaba el pelo recogido y le caían dos pequeños flecos de pelo que le acariciaban la cara.
Me había levantado antes que nadie pues la claridad me había desvelado, y al verla a lo lejos en el jardín salí a buscarla.
Miraba al horizonte inmersa en sus pensamientos, sin notar mi presencia y en ese instante, yo la deseaba. La miraba y la deseaba más que nada en este mundo. Me apasionaba su sentido del humor, su manera de ver lo mejor en cada uno, su risa, sus silencios, sus miradas, su cariñosidad desde el primer momento. Lo adoraba todo de ella y eso que sólo la conocía desde hacía un par de semanas.

Deseaba nunca haberla conocido, deseaba que no fuera algo prohibido, deseaba que no fuera la novia de un buen amigo. Deseaba no desearla, y sin embargo era para mí una lucha imposible de ganar.

Por fin advirtió mi presencia y sin decir una palabra, sólo con un guiño cómplice me invitó a que me sentara. Durante minutos no dijimos nada, sólo escuchábamos el amanecer y respirábamos el aire puro del campo. Pasado ese tiempo, ella me acarició el pelo y apoyándose con el codo en mi espalda me preguntó que tal había dormido. Para ella era sólo un gesto de cariño que tenía con todo el mundo, pero yo sufría cada vez que lo hacía.
- Bien, no fui de los últimos en irme a dormir, algo después que vosotros – refiriéndome a ella y mi amigo.

Después tuvimos una buena conversación sobre los amaneceres y sobre nuestra infancia y para cuando nos dimos cuenta habían pasado más de tres horas y todo el mundo estaba en pié preparando el desayuno. No podía evitar pensar lo bien que conectábamos y lo poco que ella y Dani tenían en común.

Unas semanas más tarde Daniel me contó que lo habían dejado y no parecía importarle mucho, no sabía valorar lo que aquella chica tenía. Como es lógico nunca más volvió a quedar con nuestro grupo de amigos y nunca más he vuelto a saber de ella.

Nunca le dije lo maravillosa que era, nunca supo lo enamorado que estuve durante aquellas semanas y sobre todo en aquel amanecer y nunca sabrá lo que la lealtad no me permitió confesarle... y sin embargo, de algún modo creo que ella ya sabía.

Daniel y yo perdimos el contacto, y aunque toda la pandilla nos juntamos al menos una vez al año, ya apenas hablamos. En cuanto a aquella chica, sigo teniendo grabada su imagen y sus gestos de aquella mañana. Quizá algún día nuestros destinos vuelvan a cruzarse, en algún amanecer.

domingo, 3 de febrero de 2008

NOVELA DE AJEDREZ



Nolvela muy cortita pero muy recomendable, en pocas páginas confirma que por una o por otra, los ajedrecistas están todos locos.

jueves, 31 de enero de 2008

UN DÍA DE CÓLERA

Nunca dejo de sorprenderme de lo inculto que soy de mi propia ciudad. Durante años he pasado por sitios llenos de historias espeluznantes sin concerlas en absoluto, y he tenido que pasar un tiempo fuera para darme cuenta de lo vergonzoso que es el no conocer tus propias raíces. Y qué mejor manera de aprender que con los retoques de un grande como Perez- Reverte para que sea más ameno.

Más incluso que los momentos heróicos y de pelicula de la resistencia en Monteleón, el frgamento que más me gustó fué el que sigue.


"No lejos de allí, tras escapar de la plaza Mayor, el zapatero Pablo García Vélez, de veinte años, busca a su padre. Cuando la segunda carga de bayoneta francesa ... se vieron separados. Ahora, con la navaja metida en la faja y un tajo de sable que le sangra un poco en el cuero cabelludo, exhausto por el combate y las carreras que se ha dado con los franceses detrás, el zapatero recorre prudente los alrededores, uarneciéndose de portal en portal, preocupado por la suerte de su padre; ignorando que a esas horas, después de huir hasta las cercanías de la calle Preciados, Felipe García Sanchez yace en el suelo con dos balas en la espalda.

-Tenga cuidado señor!... Hay franceses en los Consejos!
García Vélez se vuelve, sobresaltado, Sentada en los escalones de madera, en la penumbra del zaguán donde acaba de refugiarse, hay una jóven de dieciséis o diecisiete años.
- Súbete arriba, niña. Eso de afuera no es para tí.
- Ésta no es mi casa. Estoy esperando a poder irme.
- Pues quédate un poco más, hasta que amaine.
El joven permanece en el umbral, espiando las inmediaciones. Parecen tranquilas, aunque hacia la plaza Mayor suenan tiros. Alcanza a ver un hombre muerto: un paisano boca abajo en la acera, a quince pasos.
Espero -se dice- que mi padre haya lograo escapar.
Luego piensa en los otros. En toda la gente dispersa con la última arremetida francesa. Antes de echar a correr tuvo tiempo de ver a alguno con las manos levantadas, rindiéndose. No le gustaría estar en su pellejo, concluye, con tanto gabacho muerto en la plaza.
- ¿Quiere un poco de pan?
García Vélez no ha probado bocado desde que salío de su casa, muy temprano. Así que va a sentarse en la escalera, junto a la muchacha que le ofrece medio pan de los dos que lleva en una cesta. No es ni fea ni bonita. Dice llamarse Antonia Nieto Colmenar, costurera y vecina del barrio... había salido a comprar en la plaza cuando se vio sorprendida por las cargas de los franceses, y buscó refugio.
- Tienes sangre en la falda, chica- observa el zapatero
- También usted la lleva en las manos y la cabeza.
Sonríe el joven, mirando el rojo oscuro que se coagula en sus dedos y en la navaja. Luego se toca la herida del pelo. Le escuece.
- La de las manos es sangre francesa - Dice, pavoneándose un poco.
- La mía es del hombre muerto ahí afuera. Me arrodille a socorrerlo, pero no pude hacer nada. Luego vine aquí... Por culpa de esta sangre no me dan dejado entrar en ninguna casa. Todo era verme cerrar la puerta, los que abrían... la gente no quiere problemas.
El zapatero escucha distraido mientras mordisquea el pan con voracidad, pero el tercer bocado se le hace imposible de tragar, a causa de la boca seca. Daría la vida, decide, por un cuartillo de vino. Con ese pensamiento se levanta y sube por la escalera, llamando a tres o cuatro puertas. Nadie abre ni atiende a sus voces, así que vuelve a bajar resignado.
- Cobardes hijos de Satanás... son peores que los gabachos.
Encuentra a la joven observando la calle, con su cesta al brazo.
- Se ve todo tranquilo. Voy a irme a casa.
A García Vélez no le parece buena idea. Hay franceses por todas partes, dice. Y no respetan nada.
- Deberías esperar un poco.
- Llevo mucho rato fuera. Mi madre estará preocupada.
Tras mirar con cautela a uno y otro lado de la calle, la muchacha se recoge un poco la falda con la mano y camina apresurada y temerosa. Desde el portarl, García Vélez la ve alejarse. En ese momento hacia los Consejos, oye cascos de caballos; se vuelve y ve a cinco coraceros franceses que trotan calle arriba. Al descubrir a la chica, espolean sus monturas y cruzan frente al portal, gritando de júbilo. Viéndolos pasar, el zapatero blasfema para sus adentros. La pobrecita no tiene ninguna posibilidad de escapar.
- Y aquí se acaba tu suerte, compañero. -
Es lo que se dice a sí mismo, resuelto a encarar lo inevitable. Después, con el chasquido de siete muescas cachicuernas, Pablo García abre la navaja.

martes, 29 de enero de 2008

NUBES GRISES EN DÍAS CLAROS.


Nubes y más nubes. Mañana habrá lo que solíamos llamar una revelación, jaja.
Comenzando de cero, de nuevo con más fuerza.

lunes, 21 de enero de 2008

BLACK JACK

Una mañana de invierno, de esas mañanas húmedas que aumentan la sensación de frío, un frío que se te mete hasta los huesos. El día no había dado comienzo aún y ni siquiera se atisbaba la salida del sol, la ligera brisa me cortaba la piel y hacía que se me callera el moquillo al caminar. Aquella mañana no había salido muy abrigado y el frescor me hacía estremecer desde las orejas hasta la punta de los pinreles.

- Que frío eh! - comenté a la única persona que estaba en la parada.

- Sí, si - Contestó sin cambiar su postura encorbada por el frío.

- Tiene hora? - pregunté

- Las seis en punto. - tras la contestación, el hombre me puso mala cara y con la mirada me guió a un reloj público que teníamos delante de las narices. A esas horas nunca había casi nadie en dirección a Cantoblanco y el único que andaba por allí no parecía ser muy parlanchín.

Mierda de gente! Tampoco a mí me gusta madrugar! - Pensaba mientras sacaba el paquete de Fortuna dispuesto a mitigar la espera y calentar mis pulmones.

Por fín apareció el autobus, en esta ocasión no se cumplió la ley de Murphy y el divino me había permitido apurar el cigarrillo hasta la última calada. Dejé pasar al engreido que seguía con cara de pocos amigos y me dispuse a recorrer el bus articulado hasta los últimos asientos.
Como todos los días, allí me esperaba Bruno, con su termo de café y la cara de dormido siempre a cuestas que nunca desaparecía antes de media mañana.

- Que pasa Carlitos. Otro gran día! - Desde que le conocí hacía cuatro años, me daba los buenos días con la misma frase.

Bruno y yo nos conocimos durante la entrevista de aquel trabajo que iba a ser temporal y sin embargo nos tenía atados desde aquel día. Nos pusimos a hablar en la sala de espera comentando cómo habíamos visto el anuncio de empleo y la mala pinta que tenía. Los dos nos convencíamos que era sólo una salida temporal para ganar algo de dinerillo mientras retomábamos el vuelo desde nuestras últimas cagadas y volvíamos a perseguir nuestras grandes metas, donde de verdad queríamos llegar; Bruno a esrella del rock y yo a futbolista profesional.

Lo que nunca te cuentan en esta vida cuando eres un niño es que los sueños muchas veces no se hacen realidad. A esa tierna edad todos preguntan - Y tú, ¿Que quieres ser de mayor? Bombero, policía, astronauta...- Cuando tú soltabas que querías ser futbolista, todos sonreían y te decían - Qué bien chaval, como Hugo Sanchez - . No te decían, cuidado chaval que es muy complicado llegar, búscate algo con más salidas, como abogado o economista. Lo mismo si te cortan las alas desde pequeño te haces a la idea, pero todos te dan esperanzas. Sólo se preocupan cuando en la adolescencia se dan cuenta que hablas en serio. Entonces es cuando empiezan a joderte, pero yo ya no daría vuelta atrás, lo tenía claro, entrenaba todos los días, pensaba en futbol a todas horas y no me iba mal, era la estrella del equipo del colegio. Naturalmente, como todo deportista que se precie, era un desastre como alumno, pero bajo la amenaza de quedarme sin futbol fuí sacando los cursos a duras penas.

Hace un par de años que comencé a ser consciente que el futbol para mí había terminado. Era bueno, había fichado por los juveniles del Rayo vallecano y se comentaba que algún "ojeador" de los grandes me venía siguiendo. La fatalidad hizo que en un accidente de moto me partiera las rodillas, bueno, la fatalidad y el hecho de ir haciendo una carrera, a 100 por hora y después de haberme bebido unos cuantos litros de calimotxo. Intentaba impresionar a Lourdes, una chica de mi instituto a la que le volvían locos los valientes, y yo intentaba con ese gesto ganarme su corazón. Fué un acto muy noble por mi parte, pienso yo, pero ella decidió que no seguiría besándose con alguien que había destrozado su moto y que durante una larga temporada tendría que andar con muletas y ayudado por su madre.

Bruno por su parte, es un músico incomprendido. Siempre dice que algún día valorarán su vanguardismo, pero que la sociedad actual no está preparada para su sonido rompedor. Yo debo de ser de ese grupo que no le entiende porque me parece que toca fatal, pero siempre le digo que no desanime, además si algún día se hace rico tendrá que darme el 50 % de lo que gane, algo comprometido cuando le dejé los 300 euros para que grabase su maqueta.

Nuestro trabajo era muy exigente, madrugar mucho y mucho estres, además de no ganar mucho, pero suplía estas carencias por el hecho de rodearnos de un ambiente joven, de gran conocimiento y mucho potencial. Trabajábamos en la Universidad.

- ¿Viste ayer el partido del Madrid? - Le decía a Bruno mientras preparaba la cocina para los pinchos de las 11.
- Siempre igual, si sabes que no me gusta el futbol -
- Bueno, pero es lunes y es obligado. No pierdo la esperanza, a mi sobrino tampoco le gustaba y ahora me recita de carrerilla las alineaciones de todos los equipos de primera.

Cuando digo potencial me refiero por supuesto a las alumnas. Chicas descarriadas que se pasabann el día en la cafetería jugando a las cartas y fumando porros, lo que nos ofrecía un paisaje incomparable.

viernes, 11 de enero de 2008

EL SEÑOR EDMUND.


La relación entre Hillary y Tensing es de esas que uno nunca olvida. Dos civilizaciones, dos vidas completamente diferentes y un sólo espíritu de superación. Nunca confesaron quién de los dos fue el primero en pisar cumbre de la gran montaña, y ahora ya nunca lo sabremos. Un secreto basado en la confianza y el respeto mútuo. Hillary fué el nombre que más ha guardado la historia del mundo occidental, sin embargo, siempre admiró la vida de su compañero de aventuras y trabajó para que él y su pueblo se llevasen todo el reconocimiento que debían. Otros lo intentaron y no pasaron a la historia, era una pareja "no tan" británica la que estaba destinada a lograr el éxito y el reconocimiento.

Edmund Hillary se define a si mismo como una persona sin grandes cualidades, y eso honra más aún a este neozelandes que años después de su añaza volvió a su trabajo de apicultor puesto que era lo que mejor hacía después de escalar montañas. Es el tipo de gente que le inspiran a uno a superarse cada día.
Siempre he tenido una gran relación con esta hazaña ya que cuando era pequeño, a mi padre le gustaba contarnos a mi hermano y a mí este tipo de historias en vez de cuentos para que durmiéramos. De hecho mi hermano decía que quería ser Sherpa cuando fuera mayor. El mundo de los exploradores fué siempre para mí un mundo mágico, y por eso ahora me despido desde aquí y con tristeza de uno de los grandes de ese mundo.

Cuando vemos los esfuerzos que tienen que realizar actualmente los alpinistas para ascender la cumbre del Everest y comparamos sus equipos con los que utilizó Sir Edmund en su primera expedición, parece que nos econtremos antes un suicidio, más aún si pensamos que la proeza que estaban a punto de realizar nunca antes se había logrado. Aventurarse a lo desconocido, al esfuerzo, al cansancio y a la muerte en su afán de superación y conquista.



Adiós Sir Hillary, espero que lo pasen bien ahí arriba.

martes, 8 de enero de 2008

PURO JAZZ.



"Él levantó sus manos, acarició el teclado como buscando una fisura en el silencio, empezó a tocar guiado por la voz, como un ciego aceptado por ella, imaginando de pronto que Lucrecia lo escuchaba desde la sombra y podía juzgarlo, pero ni siquiera eso le importaba, sólo la tenue hipnosis de la voz, que le mostraba al fin su destino y la serena y única justificación de su vida, la explicación de todo, de lo que no entendería nunca, la inutilidad del miedo y el derecho al orgullo, a la oscura certidumbre de algo que no era el sufrimiento ni la felicidad y que los cotenía indescifrablemente, y también su antiguo amor por Lucrecia y su soledad de tres años y el mutuo reconocimiento al amanecer en la casa de los acantilados. Ahora lo veía todo bajo una impasible y exaltada luz como de mañana fría de invierno en una calle de Lisboa o de San Sebastián. Como si despertara se dio cuenta de que ya no oía la voz de Billy Swann: estaba tocando solo y Óscar y el batería lo miraban. Junto al piano, frente a él, Billy Swann se limpiaba los cristales de las gafas, golpeando despacio el suelo con el pie y moviendo la cabeza como si asintiera algo que escuchaba desde muy lejos."

"Hay ciudades a las que uno vuelve siempre igual que hay otras en las que todo termina .... de qué sirve huir de las ciudades si lo persiguen a uno hasta el fin del mundo."

Antonio Muñoz Molina, 1.987
El invierno en Lisboa